domingo, 6 de octubre de 2013

La animación a la lectura desde edades tempranas

España es una gran potencia editorial, pero todavía no lectora. En nuestra sociedad, leer no es un ejercicio normalizado. Además, la lectura está sufriendo, cambios importantes, ahora se lee más como fuente de información que como fuente de conocimiento.

Sabemos que es importante fomentar el ejercicio habitual de la lectura, ya que aporta al individuo muchas cosas, como: desarrollo personal, facilidad para comprender el mundo y sus transformaciones, instrumentos para la crítica y capacidad para comunicarse con los demás en diversos contextos. Pero en ocasiones, conceptos como promoción, animación o mediación, referidos a la lectura, se confunden y malinterpretan.
 
La verdadera lectura es la voluntaria, la que no tiene ninguna finalidad más allá de ella misma.
La sociedad tiende a adjudicar a la escuela, injustamente, toda la responsabilidad en la adquisición de hábitos lectores, pero la lectura escolar es claramente instrumental, y esto hace que los alumnos huyan de ella, ya que los primeros contactos con el libro son de vencimiento de obstáculos; primero, el de descifrar los signos gráficos y el de relacionarlos con el significado del léxico y del discurso; después, el de la comprensión de los distintos saberes.
El hábito de la lectura voluntaria suele adquirirse en casa, con la práctica de la lectura en la familia. Lo más eficaz para que un niño lea es, que vea leer.  Tras la familia, estaría la escuela y la biblioteca.

El auge de los medios audiovisuales y las nuevas tecnologías de comunicación implican modificaciones en el uso del lenguaje y en las capacidades de razonamiento. Internet es una excepcional manera de democratizar el acceso a la información, pero no deja de ser una lectura instrumental y se exige otro proceso, de comparación, con análisis de argumentos, oposición de contrarios, complementación de divergencias, encadenamiento lógico que lleve a conclusiones, etc.

El objetivo único de la animación a la lectura debiera ser la mejora de los hábitos lectores de los individuos a quienes se dirige la animación y lograr crear en ellos hábitos lectores estables. Esto requiere unas condiciones previas: Que la actividad sea libre, gratuita y continuada. Que los libros elegidos sean adecuados a la edad de sus destinatarios. Que esos tengan calidad literaria. Que sean textos completos. Que la experiencia pueda ser comunicada a los demás.

Existen también elementos negativos en una animación, como la obligatoriedad y que esta se identifica con un trabajo de clase más, que el libro elegido ya se haya usado con otro fin, que la animación conlleve premios o castigos, que el libro no conecte con los destinatarios, que la animación obligue a un trabajo anterior fuera de la propia animación o que cuando el texto elegido sea fragmentado, tenga insuficiente vida propia. 

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